Skip to main content

El acto de preguntar

En realidad, lo que le sucede a muchos de nosotros es todo lo contrario: nos hemos vuelto expertos en el arte de dar respuestas. ¿Qué pasa con nosotros que, cuando nos atrevemos a preguntar, preguntamos lo que ya sabemos y no lo que no sabemos? Es como preguntar sólo para confirmar nuestros conocimientos y confirmar el conocimiento de los otros.

Entre los maestros freinetianos, el acto de interrogatorio no se produce de forma aislada, sino anclado en otras experiencias que de alguna manera facilitan u obstaculizan el aprendizaje. Hoy me doy cuenta hasta qué punto el interrogatorio se convirtió, en mi práctica docente,  en una herramienta de trabajo que me permite crear y al mismo tiempo, tejer los hilos de la tela de mi práctica pedagógica. ¿No hay también un entrelazamiento entre el aprendizaje del habla y de la pregunta?

Aprendiendo a hablar se aprende a preguntar. Es difícil aprender a pedir cuando no se ha aprendido la palabra misma. Sólo podemos dar nuestro aporte de lo que sabemos, lo que pensamos y de lo que no sabemos aprendiendo a pedir. Las preguntas suelen surgir en momentos de duda, momentos de reconocimiento o reajuste de nuestro discurso. Y si estos momentos son raros, incluso inexistentes en nuestra práctica pedagógica, ¿cómo y dónde vamos a aprender a hacer preguntas?

¿Cómo y donde se aprende a hacer preguntas si no podemos exponer nuestras dudas, si no podemos decir que no sabemos? El propósito del taller de hoy me hizo reflexionar que cuando damos respuestas cortas a nuestros estudiantes quizá estamos anunciando / denunciando que no queremos mostrar nuestro no-saber? No sé. Tal vez, tal vez no.

Está claro que debemos recordar lo que Freinet nos ha enseñado, la necesidad de un ambiente de confianza entre el educador y el estudiante para atreverse a poner en juego nuestra falta de conocimiento, del mismo modo en que en la práctica, podemos entender los errores como un éxito posible.

Traducción de Luis Ricardo.